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El verdadero costo detrás de los artículos de lujo

La guerra de aranceles iniciada por EE. UU. contra el mundo reveló a un digno contrincante: China.

Estos dos países, considerados “gigantes” por su capacidad tecnológica y económica, tienen diferentes frentes de batalla al mismo tiempo por decirlo de forma sutil, y una parte de este conflicto ahora se dirige a los artículos o bienes de superlujo. 

Y sí, los bienes suntuosos ya están en el cuadrilátero. Pero… ¿Cuál fue el detonante? 

Comencemos por hablar de “quién”, sin decir nombres: autoridades del más alto nivel en EE. UU. han emitido declaraciones públicas con la finalidad de desprestigiar a las empresas fabricantes chinas, con el propósito de reducir su impacto en la oferta y demanda, y llenar los estantes vacíos con productos manufacturados 100 % en EE. UU. 
¿Cómo han hecho esto? Pues se han referido a los fabricantes chinos como “campesinos”, con el pleno entendimiento de lo que esto implica: que lo que fabrican es de baja calidad. 

Como paréntesis, este es el tema en contra de los productos fabricados en China: su supuesta escasa calidad. 
Ahora, contra esta idea quiero decir que, de primera mano, conozco a personas que han trabajado en China en años recientes, y todos coinciden en que la calidad NO es un problema. En China hay de todo: se pueden conseguir bienes de bajo precio y baja calidad o, por el contrario, productos de altísima calidad y elevado precio. (Hay para todos los gustos). Así que los vendedores locales preguntan: ¿qué quieres y cuánto quieres gastar? 

Regresando a las declaraciones de EE. UU., ¿Qué respondieron en China? Pues al mismo nivel. Funcionarios chinos de alto rango han mostrado su descontento, calificando de “ofensivos” los mensajes. 

Hasta aquí, solo parece un clásico juego de “dime y te digo”; ¡Pero…! (y aquí es lo particular e interesante), algunos fabricantes chinos destaparon lo que realmente atizó la controversia: cuánto es el verdadero precio de producción de los artículos de mega lujo. 

Ahora pasemos a los ejemplos sin decir marcas: bolsos de mano que se venden en precios desde los 2,000 y hasta los 38,000 dólares se han convertido en el tema más efervescente en redes sociales (aunque hay otros bienes en la misma situación), con preguntas como: ¿Dónde se producen? y ¿Cuál es su costo real de producción, incluyendo materiales y mano de obra? ¿Adivinan? ¡Claro que en China! 

La red social más famosa de todas se vio repleta de fabricantes chinos revelando, por primera vez, los precios finales de producción de esos bienes de alta gama. 

Siguiendo con el ejemplo de los bolsos, ubiquemos las cifras en dólares: Un bolso de prestigio que cuesta en tiendas de Europa o EE. UU. aproximadamente 2,500 dólares, en realidad tiene un costo de manufactura que NO rebasa los 200 dólares. Y si aumentamos el precio, la brecha se vuelve abismal: un bolso premium que en tienda cuesta más de 30,000 dólares, resulta que su fabricación completa apenas requiere unos 1,500 dólares. 
¿Cómo es posible que desde China hasta las tiendas se eleve tanto el precio? 

Cuando me enteré de este margen tan amplio, me sorprendí… aunque no tanto. ¿Cómo? Sí, pues… ¿de verdad hay quien piense que un bolso (u otros productos suntuosos) valen tantos miles de dólares? Estoy seguro de que no. Existen muchísimos psicólogos y expertos en marketing que han cuestionado la locura por comprar productos, por ejemplo, teléfonos móviles tan valorados por los consumidores que no les importa hacer largas filas la noche anterior a su venta, sin importar sus enormes y ridículos precios. 

Otros, más atrevidos, han puesto a prueba sus funcionalidades, materiales y tecnología frente a productos menos costosos. ¿Y cuál es el resultado? ¡Reprueban! No valen lo que se paga por ellos. 

¿Entonces, por qué son tan deseados? Muchos expertos coinciden en que la razón se encuentra en el “estatus”; o, dicho de otro modo: “mi valía como persona se respalda con la marca que llevo puesta.” 
Sí, me parece increíble… o, mejor dicho, triste. 

Hay más que contar de este drama circense entre China y EE. UU., pero aterricemos con sentido común un par de ideas prácticas: 

  • Los artículos suntuosos se volverán más onerosos. Véalo así: si se dejan de producir en China y se trasladan a EE. UU., sus precios y costos de fabricación aumentarán, sí o sí. 
  • Si nos gustan las marcas (creo que todos preferimos alguna sobre otra), debemos comenzar a buscar otras alternativas en el mercado mundial. No solo a nivel personal, también en lo aduanero y en comercio exterior. 

Entonces, necesitaremos revisar los catálogos de mercancías y productos de otros países y, claro, de otras marcas. 
Por ello, a corto plazo será necesario analizar las regulaciones y permisos aplicables a esos nuevos países y productos, haciendo imprescindible el uso de herramientas como TAX FINDER, para estar al día en los requisitos legales para su importación. 

¿Estás listo para estos cambios? 

 Bibliografía: nota periodística. 


José Roberto Hernández
Asesor Jurídico